Publicación 07: ¿SABÍA QUE SUS EMOCIONES PUEDEN ENFERMARLO?

El sabio Salomón ya lo decía desde hace más de dos mil años, que la vida depende de lo que sucede en nuestro mundo interior, el alma. Y él lo dijo así: “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Proverbios 4:23). Salomón no se refería al corazón físico sino al corazón que contiene las emociones, sentimientos, pensamientos, etc. La verdadera calidad de vida viene de esta parte inmaterial de los seres humanos. La sensación interna de completo bienestar no solamente depende de que nuestros órganos físicos estén funcionando a perfección sino que también se requiere que nosotros tengamos paz, gozo, amor por nuestra vida y amor a nuestro prójimo. Este verdadero estado de bienestar interno solamente podemos alcanzar cuando mantenemos una buena interacción diaria con Dios, el creador de todo el universo, porque la verdadera paz, gozo y el amor provienen de parte de él. El mundo y sus instituciones ofrece una paz frágil y hasta tensa, la alegría es momentánea y el amor es viciado de egoísmo.

Los sistemas corporales deben estar funcionando en forma correcta. Aquí es importante indicar que el funcionamiento de los órganos y sistemas corporales depende en parte del medioambiente como lo veremos en otras publicaciones.

Las emociones son sensaciones internas que resultan de algún estímulo externo. Las emociones tienen lugar en forma espontánea e inconsciente y son de corta duración. Hay emociones que nos producen una sensación agradable y son llamadas positivas, y hay emociones que no nos gustan porque son desagradables y son llamadas negativas. Ejemplos de emociones positivas son empatía, afecto, alegría, bienestar, esperanza, buen humor, motivación y otras. Las negativas son angustia, desesperación, aburrimiento, miedo, asco, culpa, frustración, ira, miedo, tristeza, etc.

Cuando las emociones se tornan conscientes, son modulados por la mente y se mantienen en el tiempo se tornan en sentimientos que también pueden ser positivos o negativos.

Tanto las emociones como los sentimientos no son solamente sensaciones vacías sino que, de una manera que no está completamente explicada por la ciencia, tienen efectos biológicos; es decir, tienen incidencia en el funcionamiento del ser humano y por lo tanto tienen que ver con la salud y con la enfermedad.

En estudios científicos se ha visto que las emociones y sentimientos positivos se asocian a un mejor estado de salud, mientras que los negativos se asocian a un peor estado de salud. En el estudio realizado por Cohen and Pressman se observó que las emociones negativas que incluyen ansiedad, depresión, y hostilidad se asocian a un aumento del riesgo para enfermarse y de un aumento de la mortalidad. Por el contrario, las emociones positivas se asocian a una disminución de enfermedades y disminución del síntoma dolor.

El estrés, la exclusión social, perjuicio, adversidad a temprana edad y abuso están asociadas a un aumento de los marcadores biológicos de inflamación como la interleuquina 6 (IL-6) y proteína C reactiva (PCR), así también con un aumento de la presión sistólica y una afectación de la relación Colesterol total/Colesterol HDL. Lo que nos indica que esas personas pueden resultar afectadas por procesos inflamatorios y daños al corazón. Así mismo, el miedo, la ansiedad y el maltrato infantil están asociadas a un aumento de los marcadores de inflamación que incluyen el aumento de la proteína PCR, interleuquina 1-beta

(IL1-beta), y el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-alfa). Los dos últimos son potentes estimulantes de procesos inflamatorios.

El estrés, la soledad, la exclusión social y la pobreza se asocian a una disminución de la transcripción de los genes de inmunidad antiviral, lo que hace que estas personas puedan estar más susceptibles de afectarse por los virus. El estrés mental afecta la función del endotelio vascular y produce vasoconstricción, lo que favorece el desarrollo de enfermedades cardiocirculatorias. Se conoce que hasta un 60% de las enfermedades gastrointestinales están relacionadas con el estrés.

La ira, en el hemisferio occidental, se asocia a un aumento de la mortalidad.

Por el contrario, la sensación de bienestar psicológico, el optimismo y el tener un propósito en la vida se asocian a una disminución del riesgo de enfermar y de morir. El bienestar psicológico tiene dos aspectos: la hedonia (el placer personal) y la eudaimonía (prosperidad, satisfacción derivada del propósito de vida, productividad, compromiso comunitario), y es interesante ver que una vida más larga está relacionada con la eudaimonía y no a través de la hedonia.

La risa y el humor tienen un efecto en la disminución del cortisol y de la epinefrina (hormonas del estrés), aumentan la producción de anticuerpos (defensas contra microorganismos) y endorfinas (analgésicos naturales) que disminuyen el dolor físico; también genera un aumento del sistema de compensación meso- límbico basado en la dopamina, lo que genera una sensación de placer.

La ciencia reconoce que el creer en algo, como en un tratamiento, genera también un efecto placebo que mejora la salud. La Biblia nos dice que si esta creencia lo enfocamos en el poder de Dios para sanar toda enfermedad y es lo suficientemente fuerte, es decir que alcanza el nivel de fe, el resultado es curativo.

Como vemos las emociones y más aún los sentimientos negativos afectan negativamente la salud, mientras que las emociones y sentimientos positivos mejoran el buen desempeño de los distintos sistemas corporales, lo que se traduce en mejoramiento de la salud y en una vida más larga.

¿Qué debemos hacer para no ser afectados negativamente en nuestra salud por las emociones y sentimientos?

El alcanzar la sensación interna de completo bienestar en la vida, y por lo tanto de una buena salud emocional y física, requiere que las emociones negativas sean de muy corta duración y que las emociones positivas predominen. Las emociones negativas debemos controlarlas y no permitir que ellas nos controlen.

Para controlar las emociones negativas debemos recurrir a instancias superiores a ellas, esto es al pensamiento, voluntad y a nuestro espíritu. Las emociones negativas debemos controlarlas con pensamientos de empatía, compasión, esperanza y de amor, los cuales están a la orden de nuestra voluntad. No permitamos que ellas perduren en nosotros y ejerzan su influencia en los procesos biológicos de nuestro ser. La Biblia lo dice: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo” (Efesios 4:26).

Tendremos un mejor éxito en evitar los efectos dañinos de las emociones y sentimientos en nuestro organismo si también hacemos uso de las herramientas espirituales. Nuestro espíritu es poderoso cuando se encuentra activado por el Espíritu de Dios. Aún el miedo podemos controlarlo y eliminarlo, ejercitando el autocontrol o dominio propio, que es una función espiritual. En 2 Timoteo 1:7 nos dice: “Porque no nos ha dado Dios, espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

Las emociones y sentimientos que ya nos han hecho daño requieren ser eliminados haciendo uso del instrumento borrador y reparador de las heridas del alma que Dios nos ha provisto: el perdón. Usted debe perdonar de corazón porque entonces eliminará todos los efectos dañinos de las emociones negativas en su ser. Aunque usted sepa que la otra persona no merece su perdón ejercite el perdón por su propio bien, y para no caer en las prisiones intangibles que se crean, las que perpetúan su sufrimiento cuando hay falta de perdón.

Para mantenernos en completo bienestar debemos tener paz; el lograr la paz está a nuestro alcance; es cuestión de tener la actitud correcta. Salmos 34:14 dice: “Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz y síguela”. Buscar la paz es opuesta a buscar el desquite o procurar venganza, a desear el mal, peor el planificar el mal para el prójimo. La paz tiene que ver con perdón, amor, paciencia, bondad, fe, mansedumbre y el dominio propio.

Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.

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