PUBLICACIÓN 25 MEDIOAMBIENTE Y SALUD: EL SOL ES FUENTE DE SALUD; PERO TAMBIÉN PUEDE ENFERMAR.
Antiguamente se conocía que el sol era muy bueno para la salud, y no era solo un decir, sino que los hospitales europeos de esa época tenían terrazas para sacar a sus pacientes para que tomen sol, como parte del tratamiento de las enfermedades. Ahora, debido a la destrucción de la capa de ozono en la atmósfera, nos cuidamos del sol porque sabemos que es el causante de enfermedades de la piel y entre esos del cáncer de la piel. Muchos se preguntarán ¿Qué mismo debemos hacer? ¿Debemos o no exponernos al sol?
Aquí les presento el conocimiento actualizado sobre el sol y nuestra salud.
La Biblia nos enseña que Dios creo al hombre, y lo hizo luego que creó el sol, los mares, las plantas en la tierra, las aves y todo cuanto existe en nuestra naturaleza. El ser humano fue lo último que creó Dios. Es decir, el hombre debió integrarse a lo ya creado. Esa integración no es solamente una adaptación de convivencia externa con lo ya creado, sino que la integración que hay entre el sol y nuestro cuerpo es mucho más íntima. Los rayos solares son necesarios no solamente para que las plantas se desarrollen y para que nosotros nos nutramos de ellas, sino que los rayos solares actúan en lo más íntimo de nuestras células y desde allí contribuyen a nuestra salud y longevidad, o pueden, también, causar enfermedades.
Comenzaré por decir que el sol emite radiaciones electromagnéticas que llegan a la tierra. La menor parte de estas radiaciones son visibles (rayos luminosos), mientras que la mayor parte de sus radiaciones no las vemos; pero, tanto los rayos visibles como los invisibles tienen un efecto muy importante en nuestra salud. Entre las radiaciones no visibles del sol están los rayos ultravioletas y por otro lado están las radiaciones infrarrojas y lo que se conoce como rayos cercanos al infrarrojo (que en inglés se llama near infrared NIR).
Los rayos visibles del sol son los que marcan un reloj biológico que todos tenemos. Este reloj bilógico organiza las actividades de cada órgano durante las 24 horas. Sin entrar en detalles de este ritmo biológico, llamado ritmo circadiano, podemos darnos cuenta de que nuestro cuerpo no funciona igual en la noche que durante el día. Nuestro cuerpo funciona el día con mayor gasto de energía, estamos alertas, llenos de actividades, y cuando llega la noche el cuerpo se prepara para dormir en donde los ritmos de nuestros órganos bajan, incluyendo una baja en la temperatura corporal. Durante el sueño la conciencia descansa, pero los distintos órganos tienen momentos de actividad metabólica intensa para dar el mantenimiento necesario de nuestras moléculas, órganos y sistemas, con el propósito de dejar listo al organismo para un nuevo día de actividades.
En la mañana, con el aparecimiento de la luz solar la hormona melatonina (que nos causa sueño) comienza a disminuir sus niveles en la sangre. En cambio, esta misma luz hace que las glándulas suprarrenales produzcan una mayor cantidad de cortisol (la hormona característica del estrés, que nos ayuda a estar alertas) y sus niveles comienzan a subir en la sangre para prepararnos a un día de actividades desafiantes. Al acabarse el día, los niveles de cortisol disminuyen y eventualmente con la oscuridad los niveles sanguíneos de melatonina, que se produce en la glándula pineal, comienzan a subir para ayudarnos a dormir. De esta manera los ciclos de estas hormonas están íntimamente ligados a la presencia o ausencia de la luz solar. Para no alterar este ritmo biológico, todos debemos estar durmiendo a las 9 pm y levantarnos con la salida del sol. Esto era común en los tiempos antiguos, pero en nuestros tiempos es común que las personas estén despiertas hasta horas más avanzadas. El permanecer durante la noche bajo la luz de la televisión o de los celulares, que emiten una luz mayormente azulada hace que se bloquee la producción de melatonina, porque el ganglio supraquiasmático interpreta que estamos todavía durante el día. El permanecer más horas despierto durante la noche, desplaza el ciclo circadiano (ciclo biológico natural) hacia las horas siguientes, y eso altera el ritmo en la producción de hormonas, incluyendo aquellas que regulan el apetito. Esto hace que una persona que pasa una mala noche coma más de lo normal en el siguiente día. Contribuyendo de esta manera al sobrepeso y obesidad. Esta mala noche hace que el organismo tenga menos tiempo para reparar sus moléculas, órganos y sistemas y al día siguiente el cuerpo se enfrente a un nuevo desafío de actividades sin estar completamente reparado. Esto es causa de un desgaste, cansancio y envejecimiento innecesarios.
El inicio del ciclo circadiano tiene lugar cuando los rayos solares de la mañana estimulan la zona inferior de la retina, en donde están localizadas unas células ganglionares que no tienen que ver con la visión misma, sino que, al detectar la luz, estas células ganglionares de la retina envían una señal a un núcleo conocido como núcleo supraquiasmático. Este núcleo supraquiasmático, actúa como un verdadero director de orquesta enviando mensajes a las distintas partes del cuerpo para que éstas se activen. La luz que mayormente influencia este despertar del núcleo supraquiasmático es la azul, pero cualquier luz con la suficiente intensidad también lo activa.
Debemos saber que todas las células, para seguir viviendo, necesitan obtener su propia energía. La energía celular es llamada ATP y es una molécula que libera energía al degradarse. Este ATP es generado en las mitocondrias, unos organelos citoplasmáticos diminutos que son verdaderas plantas energéticas. En el proceso de la generación de esta energía se requiere el ingreso del oxígeno proveniente de la respiración. Pero, simultáneamente a la generación de ATP (energía celular) las mitocondrias generan como desecho una cantidad de moléculas oxidantes, que si se les deja acumular terminan por destruir a la mitocondria y que eventualmente pueden producir la muerte celular. Se cree que la enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple y otras enfermedades son producidas por exceso de moléculas oxidantes que no han sido removidas de las mitocondrias. Por esta razón, Dios proveyó de moléculas antioxidantes en esos lugares, para evitar la acumulación de ellos y la destrucción celular. Una de las moléculas antioxidantes más importantes, a nivel de la mitocondria, es la melatonina, la misma que circula en la sangre durante la noche siendo producida por la glándula pineal, como parte del ritmo circadiano. La falta de melatonina en las mitocondrias hace que se acumulen los oxidantes destructivos y terminarán dañando moléculas y hasta el ADN, por lo que el origen de los cánceres puede tener que ver con este mecanismo.
Los estudios científicos de los últimos años llevan a concluir que los rayos infrarrojos del sol actúan estimulando la producción de melatonina por parte de las mitocondrias en forma directa, es decir, por un mecanismo distinto al de la glándula pineal, sino que estimulan la producción de melatonina en la mitocondria misma. De esta manera, durante el día la generación de moléculas oxidantes es contrarrestada por la melatonina generada por influencia de los rayos infrarrojos, mientras que en la noche el trabajo antioxidante de la melatonina proveniente de la glándula pineal.
La exposición a los rayos infrarrojos se manifiesta en nuestro cuerpo con una sensación de calor en la zona expuesta. Estos rayos tienen el poder de penetrar hasta unos 8 centímetros en nuestro cuerpo, ejerciendo sus beneficios en toda esta área. La exposición a los rayos infrarrojos y NIR está asociada a una vida más sana y una vida más larga. Debemos saber que estos rayos son reflejados por la vegetación verde, por lo que, salir al campo, aun cuando estemos en sombra en un área de muchos árboles, recibimos una buena cantidad de rayos infrarrojos.
Los rayos invisibles del grupo de los ultravioletas que nos llegan son clasificados en rayos ultravioletas A (UVA), los rayos ultravioletas B (UVB). Los rayos UVB tienen la capacidad de destruir microorganismos en pocos minutos, pero también pueden dañar el ADN de las células de la piel y producir cáncer de piel.
Los rayos ultravioletas también son beneficiosos para nuestra salud: ellos son los que estimulan la generación de vitamina D en nuestro organismo. En verdad que, en nuestros tiempos, la exposición al sol por unos 15 minutos a 30 minutos es segura y es suficiente para la producción de toda la vitamina D que necesitamos. Los beneficios de la vitamina D son múltiples. Aquí voy a mencionar los más importantes:
· La vitamina D es necesaria para la absorción del calcio. Esto es muy necesario para el crecimiento de los huesos en los niños y adolescentes y para dar el mantenimiento óseo en los adultos. La deficiencia de vitamina D genera raquitismo en niños y osteomalacia en adultos con su característico dolor de huesos.
· Favorece la fertilización.
· Fortalece la inmunidad. Su deficiencia se asocia a desarrollo de cánceres mortales, enfermedades cardiovasculares, esclerosis múltiple, artritis reumatoide, Diabetes Mellitus tipo 1, enfermedades autoinmunes. En el tiempo de la pandemia de COVID 19 se vio que las personas que tenían niveles altos de vitamina D vencían a esta enfermedad con mayor facilidad que las que no tenían niveles adecuados de vitamina D.
· Tiene un efecto antitumorogénico.
Durante el día, temprano en la mañana predominan los rayos infrarrojos y NIR, entre las 10:00 AM y las 3PM predominan los rayos ultravioletas y en la tarde vuelven a predominar los rayos infrarrojos y NIR. Por esta razón debemos evitar estar en el sol sin bloqueador solar entre las diez de la mañana y tres de la tarde. El bloqueador debe ser para los rayos UVB y UVA (no solamente UVA), además debemos procurar un sombrero o sombrilla que prevenga la exposición directa al sol en esas horas. También debemos saber que la superficie del agua, nieve, o metales reflejan los rayos ultravioletas y aumentan la exposición a estos rayos.
CONCLUSIÓN
Nuestra vida nació ligada a los rayos solares. La presencia y ausencia de los rayos solares marcan el día y la noche. Los rayos visibles regulan nuestro ritmo circadiano marcando tiempos de actividad de nuestros órganos y sistemas, mientras que los rayos invisibles actúan estimulando la producción de vitamina D (con sus muchos beneficios), así como la producción de Melatonina directamente en la mitocondria, la misma que sirve para contrarrestar la oxidación que se produce en el proceso de la obtención de la energía celular. La ausencia de rayos solares también es necesaria para la producción de melatonina por parte de la glándula pineal que induce al sueño, es el antioxidante más importante durante la noche.
Es verdad que, en los últimos tiempos, por la destrucción de la capa de ozono, los rayos ultravioletas se han tornado peligrosos para la salud, pero si nos exponemos a ellos por unos 5 minutos a treinta minutos, dependiendo de cuán lejos estemos de la línea ecuatorial, obtendremos todos los beneficios de los rayos solares y reduciremos los riesgos de los daños producidos por los rayos ultravioletas.
Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.