Publicación 24: LA VERDAD, EL CONOCIMIENTO Y LA SALUD
Es sabor de la vida viene de nuestras relaciones con los demás. Una persona feliz es alegre y mantiene buenas relaciones con quienes le rodean. Una persona amargada es todo lo contrario: nadie lo quiere cerca porque no puede mantener relaciones de cordialidad con los demás. La convivencia con personas amargadas es enfermiza. Estas personas siempre generan discordia y conflictos. Pero, aun cuando no nos relacionemos con personas amargadas, la convivencia con otros seres humanos va a generar, indefectiblemente, roces y no es nada raro que se produzcan heridas del alma. Estas heridas del alma necesitan un tratamiento adecuado para continuar teniendo una vida plena, llena de alegría y paz. El no dar el tratamiento adecuado a esas heridas del alma producen un malestar interno que se organiza en forma de resentimientos, envidias, odios, rencores, y muchos sentimientos de ese tipo. Es muy necesario cuidar el alma-espíritu para mantener nuestra alma-espíritu totalmente saludable y lleno de alegría. El conocimiento bíblico de la verdad es una base para resolver esas heridas que llevamos en lo profundo de nosotros. No en vano la Biblia nos dice en Proverbios 4:23: Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de el mana la vida.
Toda relación buena y duradera entre seres humanos tiene que basarse en la verdad. La verdad debe ser la plataforma que sostiene la salud y toda vida . El engaño y la mentira no es compatible con la salud, y mucho menos con la salud del alma-espíritu. A nadie nos agrada que nos mientan, y nuestra relación con los mentirosos expuestos disminuye en intensidad con cada nueva exposición a una nueva mentira hasta que procuramos mantenernos lejos de aquella persona. No permitamos que nuestro corazón deteriore en su salud con sentimientos dañinos que pueden afectar la salud de nuestra alma-espíritu.
Empecemos por entender LA VERDAD y NUESTRA VERDAD. Se oye con frecuencia que la verdad absoluta no existe y que la verdad es relativa, queriendo indicar que para unos la verdad es una y para otros la verdad es otra , siendo ambas versiones de la verdad igualmente válidas. Pues NO. La verdad es una sola y no puede tener sombra de falsedad, engaño o mentira. De la misma manera que el agua pura no puede ser pura y al mismo tiempo tener un poquito de agua de cloaca. La verdad es excluyente de todo lo que no es verdad.
Lo que ocurre es que los seres humanos percibimos la verdad, y lo hacemos a través de nuestros defectos que distorsionan la verdad. Es decir que nuestra percepción de la verdad es la verdad alterada por nuestros defectos al percibirla. Esa interpretación personal de la verdad creemos, tácitamente, que esa es la verdad; y eso es lo que proclamamos como nuestra verdad. Por ejemplo, si ponemos un lápiz en un vaso con agua, percibimos que el lápiz está doblado. Esa es una distorsión de la verdad. Los daltónicos (personas con una deficiencia de ver colores) perciben color blanco cuando en realidad el objeto es de color rosado claro o verde claro; quienes tienen dañado el nervio olfatorio no perciben olores. Todas estas son distorsiones de la verdad a través de órganos de los sentidos defectuosos.
Otras deformaciones o distorsiones de la verdad tienen lugar cuando nuestra alma-espíritu se encuentra alterada. El deprimido percibe todas las cosas con pesimismo; por el contrario, el eufórico no ve los riesgos y se cree capaz de todo; el apasionado no ve los defectos o problemas con el objeto de su pasión. Debe haber ejemplos cercanos a su familia en el que una persona enamorada no percibió en su real magnitud un problema de adicción o de control de ira en la persona que ella ama, y ahora es un problema de grandes magnitudes. ¿Diremos entonces que la verdad ha cambiado? No. En todos estos casos la verdad ha permanecido inalterada. Es nuestra percepción de la verdad que ha cambiado y sí que puede cambiar cuando corregimos los defectos de percepción.
Si lo que he dicho lo ponemos en términos matemáticos simples sería:
Realidad percibida – distorsiones = Verdad
El factor más importante, a nivel individual, en una percepción de la verdad inadecuada es el desconocimiento de algo, en el que nosotros pretendemos completar la imagen de la situación o la percepción de algo que queremos conocer con nuestra imaginación. No podemos tener la verdad si desconocemos sobre el asunto.
El problema de la distorsión de la verdad se pone peor cuando a las fuentes de distorsión interna que tenemos se añaden distorsiones externas de la realidad, esto es, distorsiones que no dependen de nosotros sino que la información que recibimos sobre un tema esconde deliberadamente cierta información, con el objeto de manipular a las personas; es decir, la información es sesgada o tiene un conflicto de interés y su información no tiene el propósito de informar correctamente, sino que tienen el propósito de deformar la verdad o la percepción de la verdad. Eso lo vemos con mucha frecuencia en los titulares de los diarios o revistas, en los anuncios de las etiquetas de productos alimenticios, que por ejemplo dicen 100% puro, cuando en realidad se refieren a un sabor artificial, o a un pequeño porcentaje de jugo puro que puede contener una bebida, etc.
Para los cristianos, el conocimiento humano, aunque esté dirigido por la ciencia moderna, no es la verdad. La Biblia nos da a entender que el conocimiento de la verdad no puede ser alcanzado por nosotros en condiciones fuera de Dios. Fuimos diseñados para estar conectados a Dios y funcionar de esta manera. Cuando estamos conectados a Dios, entonces, y solamente en esta condición, podremos conocer la verdad. El conocimiento de la verdad en nuestras condiciones humanas, separados de Dios, no puede ser alcanzada. Según 1 Corintios 3:18-19, el conocimiento humano es engañoso e insensato. El conocimiento de la verdad requiere un nuevo sistema de conocimiento que es superior al que el ser humano puede alcanzar en forma natural. Se requiere que nuestro espíritu humano esté conectado con el Espíritu de Dios (2 Corintios 3:17-18). Esto lo podemos ver cuando en 1 Corintios 2:14 nos dice: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para el son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.
Un primer acercamiento a la verdad es alcanzado por los hijos de Dios (conectados con el Santo Espíritu). Entonces nuestra percepción de la verdad es mejor que la de un ser humano natural, pero aún no se muestra la verdad en forma clara. 1 Corintios 13:12 dice: “…Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”. Recordemos que los espejos en el tiempo que fue escrito la Biblia no eran tan claros como los nuestros. Por otro lado 1 Juan 3:2 nos dice:
“Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es”.
El conocimiento pleno de la verdad viene luego de conocer a la fuente de la verdad que es Dios. Para la mayoría de nosotros eso tendrá lugar cuando nuestro cuerpo pecaminoso sea dejado y hayamos adquirido el nuevo cuerpo glorificado porque solamente entonces no tendremos falta de conocimiento y no tendremos los factores que distorsionan la verdad. Por esto Jesús dijo: Yo soy el camino, la verdad y la vida… (Juan 14:6). Dios es verdad y su palabra es verdad. El mundo y los cielos dejarán de ser, pero su palabra prevalecerá siempre (Mateo 24:35).
La verdad, en términos prácticos, es de categoría divina, porque solamente Dios, el creador del universo, sabe todo (no desconoce nada), y no tiene factores que distorsionan la verdad. Posiblemente por esta razón, considero que Jesús dijo “Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no soy yo solo, sino yo y el que me envió, el Padre.” (Juan 8:16).
Por lo expuesto puedo decir que lo que nosotros consideramos como verdad muy probablemente está distorsionado o equivocado. De ahí la necesidad de considerar las opiniones de otros como posibles y la necesidad de comprender a los demás poniéndonos en las circunstancias de ellos. Así nace la empatía.
La empatía debe progresar al amor fraternal que es el requisito fundamental de las relaciones interpersonales que debemos practicar todos para una vida feliz en sociedad según el modelo bíblico. La verdad no está dada por lo que nosotros creamos o no sino por la Biblia, la palabra de Dios. Jesús dijo a los que habían creído en él: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Para conocer la verdad necesitamos permanecer en su palabra que es verdad. La verdad no se puede alcanzar fuera de Dios y su palabra.
Toda interacción entre seres humanos que se aleja del amor fraternal y de la empatía causa heridas del alma. Al acumular las heridas del alma dentro de nosotros generan un malestar interno que toman la forma de resentimientos, odio, envidias y conducta agresiva y violenta que hacen amarga la vida del que lo sufre y puede afectar en mayor o menor grado a los demás también.
La empatía crece para convertirse en amor fraternal a través del perfeccionamiento del amor de Dios en nosotros. 1 Juan 2:5 nos dice: pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. Para alcanzar la vida en sociedad en la que reine el amor fraternal claramente requiere de la presencia de Dios en esa sociedad. Debemos darnos cuenta de que Dios nos amó primero y nosotros solamente debemos ser agradecidos y obedecer sus mandamientos, lo que incluye el amor al prójimo.
En conclusión: La verdad que es la plataforma de la salud mental y espiritual en forma natural lo percibimos distorsionada. La verdad sin distorsiones requiere de la acción del Espíritu de Dios en nosotros. Sin esa participación nuestra verdad siempre será distorsionada.
La armonía en sociedad requiere de la práctica del amor fraternal que se perfecciona en nosotros solamente a través de la acción continua del amor de Dios en nosotros, cuando nos mantenemos en la palabra de Dios.
Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.