Publicación 23: LA FE Y SU POTENCIAL EN LA SALUD

Para tener una vida agradable y normal es necesario tener confianza y la gran mayoría de los seres humanos tenemos confianza en algunos aspectos de la vida. Por ejemplo, no dudamos sobre lo bien preparado que están los alimentos, tenemos la seguridad de llegar al trabajo sanos y salvos, confiamos que nuestros amigos son buenos para nosotros, confiamos que nuestro trabajo de hoy será productivo o confiamos que el agua potable de la ciudad es adecuada. Si no tuviéramos confianza, y por el contrario dudáramos de cada cosa que hacemos, nuestra vida sería muy frustrante y muy poco agradable. No quiero decir que no hay la posibilidad de que un amigo nos traicione o que tengamos algún percance en el trabajo o que podemos tener un accidente de tránsito, sino que en general tenemos un grado de confianza de que todas esas cosas negativas no nos sucederán y esto nos permite despreocuparnos y disfrutar mejor nuestra vida.

 

La confianza que nosotros tenemos sobre una situación o aspecto de nuestra vida tiene varios niveles subjetivos:

1.     Lo imposible. No hay posibilidad de que suceda. La probabilidad de que algo tenga lugar es 0%.

2.     Lo posible. Deja de ser imposible, pero la probabilidad de que suceda es muy poca, como uno en un millón.

3.     Lo probable. Tiene una gama que va desde lo poco probable en donde la posibilidad de que suceda es relativamente baja a una probabilidad que supera el 50%.

4.     Esperanza. La posibilidad que deseamos de que algo suceda es mejor que las anteriores; podría ser un 50-70%

5.     Confianza. Hay muchas probabilidades de que algo deseado tenga lugar y el chance de que no suceda es poco.

6.     Fe. La posibilidad de que algo deseado suceda es muy alto, cercano al 100%. El apóstol Pablo lo define a la fe en Hebreos 11:1 de la siguiente manera: Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

 

Nuestra calidad de vida, en parte, depende de estos niveles de confianza. Los niveles de confianza son subjetivos; son percibidos por nosotros. Otras personas percibirán diferente ante una misma realidad. Pero, lo importante es aquello que nosotros percibimos porque eso nos va a generar un estado de bienestar o un estado de preocupación, estrés o angustia. Si los niveles de confianza que predominan en nuestra vida son las tres primeras de las mencionadas, entonces nuestro ser vive muy estresado, angustiado y sin esperanza; su desempeño práctico en la vida es como de un incapacitado o limitado en todo; no es apto para una vida plena, saludable y gozosa porque, como ya hemos visto en publicaciones anteriores, las emociones y sentimientos negativos se asocian a un malfuncionamiento de nuestros sistemas y son causa de enfermedades. Los mejores niveles de confianza para una vida agradable son la esperanza, la confianza y la fe. Estos niveles de confianza están con la buena salud y deben predominar en nuestro día a día.

 

La fe no es solamente un asunto religioso; pues, tenemos fe en el médico que atiende a nuestros seres queridos, tenemos fe en un proyecto de negocios, en un plan de trabajo. Si no tuvieran fe los inversores no pondrían ni un dólar en un negocio, y el mundo tiene muchísimas personas que invierten.

Los pacientes nos cuentan que apenas le pusimos una inyección o le dimos alguna tableta el paciente ya se sintió mejor (aun sin dar tiempo a que el agente activo sea absorbido por el cuerpo y actúe). Los  médicos, frecuentemente experimentamos que un tratamiento dado, que según nosotros no tenía grandes posibilidades de resolver un problema de salud, resulta que lo resuelve en poco tiempo. Todo esto es debido a la fe que tiene el paciente en su médico. La ciencia llama a estas mejorías sin una explicación lógica efecto placebo, y la fe es el ingrediente fundamental del este fenómeno.

 

La fe es un acto espiritual nuestro que nos introduce a lo sobrenatural. Ciertamente, nuestro razonamiento lógico o cálculo matemático pueden llevarnos a tener el nivel de confianza de la fe; pero  la fe que es puramente espiritual no depende de procesos mentales, porque podemos tener la certeza de que algo va a ocurrir a pesar de que el razonamiento lógico o los cálculos matemáticos nos digan lo opuesto. La fe es como un músculo espiritual que mueve todo lo necesario para que algo suceda, y la fe se fortalece o crece con el ejercicio de esta. Lo admirable es que cuando se llega a tener fe del 100%, es decir que no hay ninguna duda en nuestro ser (Marcos 11:23), los hechos suceden, aunque el razonamiento lógico o probabilístico diga lo contrario. Lo improbable o imposible en presencia de fe se torna posible, es decir que con fe se ingresa al mundo de lo sobrenatural. En Marcos 9:23 Jesús le dice a un padre necesitado y angustiado por la enfermedad de su hijo: “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. Es como que el nivel de fe óptimo tiene el poder de remodelar la realidad física transformándola en el mismo sentido de la fe, es decir consiguiéndose un milagro.

 

Si los seres humanos tenemos fe en algunas personas, ¿Cómo no tener fe en Dios, el Todopoderoso de la Biblia? Cuando nuestra fe se fundamenta en el Dios de la Biblia y su poder, una enfermedad que resulta ser incurable para los mejores médicos y hospitales del mundo puede ser sanada en forma sobrenatural. Cuando esto sucede, la ciencia lo llama regresión espontánea de la enfermedad.

 

Los milagros tienen lugar solamente si hay fe. Un leproso que creía en el poder de Jesús le dice: “Si quieres puedes limpiarme” (Marcos 1:40). El centurión tenía fe en Jesús, y quería que él sanara a su criado que estaba paralítico, dijo a Jesús: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará”. Jesús se maravilló de su fe. Cuando le dijeron a Jairo que su hija ya había muerto, Jesús le dijo a Jairo: No temas; cree solamente y será salva (Lucas 8:50); Jesús también le dijo a la mujer con flujo de sangre: “Tu fe te ha sanado”(Nueva Traducción Viviente, Mateo 9:22). Por todos estos ejemplos registrados en la Biblia sabemos que la fe es necesaria para obtener sanidad de forma sobrenatural. Para confirmar el hecho de que la fe es indispensable para los milagros vemos en Mateo 13:58 que Jesús no hizo allí muchos milagros a causa de la incredulidad de la gente.

 

La sanidad por fe en Dios es la mejor y la más económica, y aún está disponible para los seres humanos; pues, la Biblia nos enseña que Dios es el mismo ayer, ahora y siempre; su amor por sus hijos sigue vigente. Tristemente algunos grupos religiosos han concluido (no porque la Biblia lo diga) que esta sanidad ya no existe para los seres humanos, y otros inclusive llegan a creer que las sanidades por fe vienen del lado satánico. La cantidad de testimonios de sanidad por fe en Dios dan cuenta de que esta forma de sanidad todavía está vigente, mientras que la acusación de que estas sanidades provienen del lado satánico es semejante a la acusación que los fariseos le hicieron a Jesús, de que él hacía milagros por el poder de Beelzebú (príncipe de los demonios); lo que Jesús claramente refutó ese argumento en Mateo 12.

 

En la actualidad hay tres posibilidades de sanidad espiritual:

1.     La que los hijos de Dios pueden hacer para sí mismos.

Quienes creen y reciben a Jesús como el único camino espiritual hacia Dios Padre son hijos de Dios y ellos pueden recibir sanidad espiritual haciendo lo siguiente:

a.     Pedir a Dios por sanidad en oración. Como hijos de Dios, tenemos la seguridad de que Dios escucha nuestra oración. Ese no es el caso de los injustos (Proverbios 15:29). Santiago 5:13 nos dice que los afligidos tienen que orar. Por eso, si tenemos una petición a Dios tenemos que hacerlo con un corazón humilde (Salmos 51:17). Tenemos el ejemplo Bíblico de Ana que luego de rogarle a Dios en oración con un corazón rendido a él, recibió la sanidad de su infertilidad (1 Samuel capítulo 1),  (buscar el salmo u otro libro de apoyo).

b.     Sanar las relaciones familiares y con otras personas para que nuestra oración no tenga estorbos (1Pedro 3:7).

c.      Debemos tener fe en Dios. La fe es indispensable para obtener favores y milagros. Mateo 21:22 nos dice: Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis.

d.     Debemos confesar nuestros pecados. Por Proverbios 28:13 sabemos que el encubrir un pecado hace que esa persona no prospere, mas el que lo confiesa alcanza misericordia. La confesión de pecados primeramente lo debemos hacer a Dios. 1 Juan 1:9 nos dice que al hacerlo Dios nos perdonará y nos librará de toda maldad. Pero, para ser sanos también tenemos que confesar nuestros pecados los unos a los otros (Santiago 5:16).

e.     También, cuando sospechamos que nuestra enfermedad tiene un origen espiritual, o que alguna entidad espiritual podría estar atormentándonos, nos ponemos a cuentas con Dios y enseguida podemos echar fuera a los espíritus que nos afectan. Estos saldrán en el nombre de Jesús y las enfermedades sanarán. Nuestra fuerza espiritual para realizar esta limpieza espiritual se optimiza con ayuno y oración.

 

2.     La que los ancianos y hermanos de una congregación pueden hacer.

Los ancianos de la iglesia tienen la responsabilidad bíblica de orar con fe por la sanidad de los miembros de la congregación, ungiendo al enfermo con aceite, en el nombre del Señor (Santiago 5:14-15). Aquí es donde encontramos dificultades en muchos grupos cristianos, no porque el método falle, sino por la mala predisposición de los ancianos (pastores) a realizar la oración junto con la unción de aceite, como la Biblia lo indica. Unos solamente oran y no ungen. Otros se quieren deshacer de su responsabilidad bíblica aún de orar por los enfermos indicando que la oración de cada cristiano es tan válida como la de ellos. Si bien hay verdad en eso, el método indicado por Dios debe ser obedecido. En el antiguo testamento Dios indicó procedimientos específicos para los cuidados religiosos y del templo. Cuando los sacerdotes y levitas (personas encargadas del templo y actos religiosos en el templo) seguían lo indicado Jehová se presentaba, hablaba y daba instrucciones y venían las soluciones a los problemas; pero, cuando alguien no seguía lo ordenado, aún cuando pudo haber tenido buenas intenciones, podía morir. Si la Biblia nos indica el procedimiento para obtener sanidad, todos debemos hacer lo que Dios nos indica en su palabra, sin prejuicios o conceptos propios de nosotros, sino con fe y en un acto de obediencia.

 

3.     La ejecutada por hijos de Dios dotados del don de sanidad.

Por último, Dios ha dotado de distintos dones a miembros de las iglesias para el crecimiento y fortalecimiento de la congregación. Entre esos dones está el don de sanidad. El don de sanidad es una capacidad sobrenatural proveniente de Dios para sanar a los enfermos. Los dones de Dios no pueden ser motivo de ganancia económica sino que deben ser realizados gratuitamente. La persona que tiene este don actuará conforme Dios le indique y la persona será sanada unos en forma inmediata y otros en forma paulatina. Todo depende de los propósitos de Dios. Debemos tener presente que lo que Dios hace con sus hijos es siempre para nuestro bien y que en los propósitos de Dios siempre está incluido el factor eternidad.

 

Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.

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