PUBLICACIÓN 22: TU ESPÍRITU EN EL CONTROL LAS EMOCIONES

El alma-espíritu humano es un derivado del soplo de Dios; porque sabemos que  cuando Dios sopló sobre la figura de barro que formó durante la creación de Adán. Al soplar, Dios insufló el alma-espíritu al ser humano, y entonces la figura de barro se transformó en ser vivo.

 

El alma-espíritu humano es una entidad inmaterial compleja que reside en nuestro cuerpo y que pertenece al mundo espiritual. El alma-espíritu es nuestro yo interno; es quien en realidad experimenta las emociones, los sentimientos, genera los pensamientos, ejerce la voluntad, es consciente y es quien tiene la capacidad de sintonizar con otros espíritus. El espíritu humano es aquella parte del alma-espíritu que conoce lo más íntimo de nosotros, de la misma manera que el Espíritu de Dios es el que conoce lo más íntimo de Dios (1 Corintios 2:11). El alma-espíritu humano, a través de su capacidad para sintonizar y relacionarse con otros espíritus, puede recibir el Espíritu De Dios cuando viene a morar en nosotros; esto tiene lugar cuando nos hemos convertido en sus hijos (Efesios 2:22; 2 Timoteo 1:14). El espíritu humano es el elemento para recibir el conocimiento que proviene de Dios a través del Espíritu de Dios.  Así nos dice 1 Corintios 10:10: “Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.”; y el versículo 12 del mismo capítulo nos dice: “Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido”. Aunque estos asuntos espirituales son una realidad, lastimosamente los seres humanos naturales no pueden comprender los aspectos del espíritu; pues para ellos esto es algo de locos y no lo aceptan (1 Corintios 2:14).

 

¿Cómo influencia el espíritu humano en el control de las emociones?

El ser humano experimenta sus emociones, sentimientos; y, expresa sus pensamientos y voluntad conforme son las características y condiciones del espíritu humano. Con esto quiero decir que el espíritu humano es el que imprime el patrón de nuestras reacciones emocionales, sentimientos, pensamientos y decisiones que tenemos. La condición del espíritu humano determina el patrón de reacciones de nuestro ser. Este fenómeno puedo compararlo con la forma en que  el campo magnético (una fuerza invisible proveniente de un imán) determina la posición de las limadura de hierro sobre un papel. Cuando ponemos limaduras de hierro sobre un papel, estas pueden ubicarse al azar o en la forma que nosotros queramos, y así permanecen hasta que el campo magnético proveniente de un imán que se ubica bajo el papel interviene. Entonces las limallas de hierro se mueven para adoptar el patrón de las líneas del campo magnético. Aunque nosotros las movamos manualmente, al soltarlos regresan a alinearse con las líneas del campo magnético. Aunque esta es una comparación imperfecta, nos puede ayudar a entender la fuerza o el poder de la acción espiritual sobre nuestras emociones, pensamientos, voluntad, etc.

 

El espíritu humano sin la intervención del Espíritu de Dios tiene la tendencia a dar rienda suelta para satisfacer los deseos de la carne, y como resultado de esto surgen: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas (Gálatas 5: 16-21). El ser humano puede esforzarse para controlar los fenómenos del alma-espíritu, haciendo uso de nuestros valores, educación y fuerza de voluntad. Sin embargo, muchas veces nuestra fuerza de voluntad no es suficiente y de todas maneras aparecen los resultados mencionados; más aún cuando nuestro espíritu está siendo controlado por algún espíritu del reino de las tinieblas, ya que su patrón de acción se hace evidente.

 

Cuando el espíritu humano es influenciado por el Espíritu de Dios, el patrón que  se genera en los elementos del alma-espíritu de los seres humanos resulta en lo que la Biblia llama el fruto del Espíritu, que consiste en: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (auto control). Esto se confirma en 2Timoteo 1:7-9 cuando nos dice: Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Esto quiere decir que el espíritu humano, bajo la influencia del Espíritu de Dios, genera el poder necesario para vencer el mal. Por esto puedo decir, sin lugar a duda, que la mejor manera de controlar nuestras emociones, sentimientos, pensamientos y acciones que nos hacen daño, es a través de permitir que el Espíritu de Dios actúe en nosotros. Para saber como relacionarnos con

Dios y obtener el Espíritu de Dios  le invito a revisar la publicación 19.

 

Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.

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