PUBLICACIÓN 21: COMO CONTROLAR LAS EMOCIONES.

Las emociones son muy, pero muy importantes en los seres humanos. Las emociones son la materia prima para los sentimientos, influyen en nuestros pensamientos e influencia nuestra voluntad. Es decir que las emociones afectan los mecanismos íntimos de nuestra mentalidad y espiritualidad. Cuando tenemos coraje nos vienen pensamientos de agresión, de desquite, de alguna forma de violencia; cuando estamos felices o contentos nuestros pensamientos son de optimismo, de cooperación, pensamientos de bien. Debemos saber que las emociones intensas bloquean el juicio o razonamiento. Una persona con emociones fuertes no entiende razones ni puede razonar correctamente; por eso, nunca es conveniente tomar decisiones importantes cuando se está en el fragor de una emoción porque de seguro tomará una decisión errónea.

 

Nuestra voluntad también se siente influenciada por las emociones. Las emociones nos llevan a acciones. El niño que ve un juguete al que se siente atraído pide que le compren porque quiere jugar con él ya. Para los adultos, una técnica de ventas consiste en emocionarle a una persona de lo bonito, bueno o útil que es un producto. Cuando el vendedor logra emocionarle entonces ya tiene un cliente y enseguida le pone una presión de tiempo con frases como esta ventaja es válida solamente hasta hoy, u otras similares. Con frecuencia, días más tarde, nos arrepentimos de esas compras.

 

Las emociones surgen en nuestro interior como resultado de la confrontación de hechos o circunstancias externas a nosotros que intentan armonizar con nuestra condición interna o con nuestra esencia espiritual. Si la armonía es natural nos produce una sensación placentera que puede ser de atracción, placer, paz y gozo. Si no hay armonía entre lo externo y nuestra condición interna o nuestra esencia espiritual se genera una sensación interna desagradable que nos quita la paz y el gozo. Por ejemplo, si tengo hambre y alguien me ofrece comida, dentro de mi se genera una sensación de agrado, es decir hay una relación de armonía entre mi condición interna y el hecho externo de ser ofrecido comida. Si yo tengo hambre y alguien, que teniendo comida, me niega un poco de alimento, entonces hay un choque entre mi condición interna y los acontecimientos externos; es decir, no hay armonía entre mi condición interna y lo que sucede en mi exterior y esto nos produce una sensación desagradable de inconformidad, resentimiento, coraje y hasta venganza. En este ejemplo, el factor que me produce esa sensación desagradable es el hecho que yo esperaba que me pudiera brindar comida. Mi expectativa es el factor que me llevó a sentir esa emoción negativa. Esa expectativa es solamente mía. Tengamos en cuenta que la mayoría de las veces no podemos cambiar las condiciones externas, pero si podemos cambiar las condiciones internas nuestras. En este caso yo puedo disminuir mis expectativas. Esta es una forma de ayudar a controlar las emociones y es una forma de buscar la paz.

En un ejemplo similar, si yo necesito dinero y la persona que tiene dinero me ofrece ayudarme eso causa una emoción positiva de alegría. Pero si aquella persona que tiene dinero, sabiendo mi necesidad, no quiere ayudarme, entonces genera en mi una tristeza, decepción, y otras emociones negativas porque mi expectativa es que sí podía ofrecerme ayuda con el dinero. Entonces yo tiendo a sentirme víctima u ofendido, y creemos que el causante de esto es aquella persona que no me prestó el dinero, ¿Verdad?  Pero ¿la persona que no dio la ayuda es verdaderamente culpable de eso? Debemos darnos cuenta de que siempre hay quien tiene menos que nosotros y que tiene necesidades. Si una persona que tiene menos que nosotros nos pide que le ayudemos, cuando nosotros mismos necesitamos, a lo mejor le decimos que no podemos. Esto causaría esa misma emoción negativa en él. Entonces nosotros podremos comprender que quien nos negó la ayuda posiblemente cursa una situación parecida a la nuestra. Con esto intento dejar en claro que las emociones surgen de la confrontación de dos partes: mi condición interna o condición espiritual con lo que sucede en nuestro exterior. En esta confrontación nuestras expectativas tienen un rol muy importante y debemos estar conscientes que nosotros podemos cambiar esas expectativas, y que es necesario ponerse en las condiciones de los otros antes de juzgarles como causantes de alguna emoción desagradable.

 

Las emociones pueden ser tan fuertes que se nos hace difícil contenerlas. La presión emocional que se puede generar es muy alta. Pero, Dios nos ha dado una válvula de escape para liberar la presión generada en nuestro interior por una emoción intensa. Esta válvula es el llanto. Igual lloramos por un exceso de ira, por una tristeza grande, por gozo intenso, por un chiste que desborda nuestras emociones, por un miedo intenso, etc. Luego de llorar el ser humano se siente aliviado, más sereno, los pensamientos vuelven a la normalidad. Por lo tanto, si usted siente el deseo de llorar hágalo. Llore hasta que su cuerpo haya liberado esa presión y usted se sienta aliviado de esa emoción.

 

Las emociones dentro de los seres humanos tienden a subir de tono con una velocidad que varía de una persona a otra. Este subir de intensidad puede ser frenado o bloqueado al intencionalmente decidir no reaccionar inmediatamente, sino respirar profundo y esperar un par de minutos para reaccionar. Usted verá que entonces esa reacción es menos apasionada, más calmada, con mejor razonamiento, por lo tanto sus decisiones tienen más sabiduría. Esto es recomendado en todos los casos de experimentar emociones intensas.

 

Las emociones pueden ser modificadas por nuestros pensamientos. Si alguien nos da un regalo nuestra emoción es de alegría, pero si ponemos pensamientos de sospecha, de posible enganche para algo malo, etc., entonces esa alegría disminuye o desaparece. Lo mismo puede suceder cuando experimentamos una emoción desagradable; podemos poner pensamientos de compasión, pensamientos de esperanza y empatía, entonces esa emoción disminuye en intensidad.

 

No podemos olvidar el perdón que actúa como apaga incendios en momentos de emociones desagradables intensas, y nos permite salir de esa situación ilesos.

 

El control de nuestras emociones, así como el control de cualquier aspecto del alma-espíritu requiere la voluntad de hacerlo. Debemos ser capaces de dominar cualquier emoción con nuestra voluntad. La fuerza de voluntad puede ser suficiente en la mayoría de casos. La voluntad es como un músculo que debemos entrenarlo a siempre escoger lo bueno. Sin embargo, debo decirlo, nuestra fuerza de voluntad no puede medir fuerzas con la fuerza de una influencia espiritual extraña, para esos casos tenemos la fuerza que el Espíritu de Dios da a sus hijos.  Sobre este punto volveré en otra publicación para detallar un poco más.

 

El control de nuestras emociones, para la convivencia en comunidad, no es opcional, sino que es una necesidad diaria. Es un mandato bíblico. La Biblia espera que controlemos nuestras emociones. Por ejemplo, la ira no debe durar más de pocas horas (Efesios 4:26), la venganza no la debemos ejercer; Dios es quien lo hará. (Romanos 12:19), el odio trae rencillas (Proverbios 10:12) y con ello perdemos la paz.

 

Por lo tanto, para controlar nuestras emociones, podemos hacer varias cosas:

 

1.     Respirar profundo y esperar un par de minutos antes de reaccionar.

2.     Llorar si le nace llorar. Es la válvula de escape de las altas presiones emocionales.

3.     Estar consciente de nuestras expectativas. Debemos disminuir el nivel de nuestras expectativas. 

4.     Tratar de modificar nuestra sensibilidad interior para que esa ofensa no tenga efecto dañino. Ese giro es voluntario. Recuerde que las emociones tienen un componente externo que no lo podemos controlar y un componente interno nuestro que si lo podemos modificar. Esta es una forma de buscar la paz.

5.     Controlar los pensamientos. Pensar que el ofensor puede no saber las expectativas de nosotros; pensar que el ofensor puede estar pasando un descontrol emocional peor que nosotros, pensar en las circunstancias de vida del ofensor.

6.     Desarrollar empatía al tratar de comprender la situación de la persona ofensora.

7.     Tener una firme voluntad para controlar nuestras emociones y pensamientos.

8.     Perdonar.

9.     Capacitarnos con el Espíritu de Dios para controlar todo tipo de emociones. Las personas que no pueden controlar sus emociones a pesar de esforzarse para procurar controlarlas su voluntad pueden estar siendo influenciadas por algún espíritu. El cómo recibir el Espíritu que Dios da solamente a sus hijos fue descrito en una publicación anterior.

 

Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.

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