Publicación 09: RELACIÓN ALIMENTOS-HORMONAS-SALUD

La base fundamental para el mantenimiento de la salud y de la vida es la ingesta de alimentos. Estos deben ser en cantidad suficiente y de la mejor calidad para obtener como resultado el funcionamiento óptimo de cada uno de los sistemas del cuerpo humano. Este conocimiento no es nuevo, pues ya Hipócrates, el médico griego considerado como el padre de la medicina, ya lo dijo: “Que tu alimento sea tu medicina” porque desde aquella época (460-370 a.C.) ya se reconocía el valor de los alimentos para la salud. Los alimentos son el material de donde el organismo humano obtiene la energía necesaria para su funcionamiento; además, los alimentos nos proveen minerales, vitaminas, fibra y fitoquímicos. Todos estos grupos de compuestos químicos han sido provistos por la naturaleza por miles de años y ellos intervienen en los procesos metabólicos del ser humano.

 

Dentro de los alimentos están las sustancias de las cuales el organismo puede obtener energía. A estas sustancias se les conoce como macronutrientes, y ellas pertenecen a tres grupos químicos: Carbohidratos, Lípidos y Proteínas.

 

Los carbohidratos pueden tener un sabor dulce (azúcares) y otros como las harinas y almidones no tienen ese sabor dulce, pero dentro del organismo, estos son convertidos en glucosa (un azúcar simple que contiene 6 átomos de carbono en su molécula). La glucosa es la molécula más importante como combustible para las células del cuerpo, especialmente para las células del cerebro. Sin ese combustible en cantidades normales el cuerpo no funciona bien. Cuando los niveles de azúcar en la sangre disminuyen una persona manifestará hambre, desesperación, sudoración fría y sensación de desmayo; pero, si la glucosa sigue insuficiente el cerebro no funcionará bien y la persona experimentará letargo, confusión, somnolencia, conductas erráticas y esta condición puede llegar a producir la muerte.

La ingesta de carbohidratos produce una sensación de saciedad que dura hasta cuatro horas.

 

Los lípidos, conocidos también como grasas, se depositan en el tejido adiposo. Un gramo de grasa provee al organismo 9 calorías, mientras que los carbohidratos y las proteínas solamente proveen 4 calorías por gramo. El tejido adiposo sirve como reserva energética para épocas en las que las personas no tienen suficientes alimentos. Por diseño tenemos esa capacidad biológica. Además, los lípidos de la dieta nos dan una sensación de llenura que dura más que la que producen los carbohidratos.

 

Las proteínas son el último grupo de los cuales el organismo puede obtener energía. Normalmente las proteínas no son usadas para la obtención de energía, pero si el cuerpo no obtiene suficiente energía de lo que ingiere, entonces hecha mano de las proteínas. Las proteínas son utilizadas para la formación de músculos, tendones, otros elementos estructurales de los tejidos y en la reparación de ellos. Las proteínas ingresan al cuerpo desensambladas en sus elementos más pequeños, los aminoácidos, y en el organismos estos se reensamblan de la forma que el cuerpo lo necesita, para formar hormonas u otras proteínas con misiones enzimáticas que tienen un efecto muy profundo en el metabolismo. Las proteínas de la dieta son las que nos producen una sensación de saciedad más duradera.

 

Estos tres elementos nutricionales son necesarios y deben estar presentes en cada comida; pero, es importante comprender que cada uno de estos grupos nutricionales, tienen una relación estrecha con ciertas hormonas en el ser humano. El sistema hormonal tiene efectos reguladores muy importantes para la salud de las personas. Como todo sistema de regulación tiene hormonas que hacen un efecto determinado y tiene otras que hacen lo contrario, de manera que los niveles de una sustancia controlada en el cuerpo es el resultado de la acción de ambas hormonas. Por ejemplo, la ingesta de carbohidratos estimula la producción de insulina por parte del páncreas y el efecto de ésta es permitir que los niveles de glucosa que subieron luego de la ingesta de carbohidratos bajen a los niveles normales, al permitir que la glucosa de la sangre entre en las células musculares y células del tejido graso. Cuando los niveles de glucosa están muy bajos en la sangre, el cuerpo dispone de la hormona llamada glucagón, también producida en el páncreas, que tiene por objeto elevar los niveles de glucosa a los niveles normales.

Lo interesante es que mientras los carbohidratos de la dieta estimulan la producción de insulina, la ingesta de proteínas estimula la producción de glucagón. Por lo tanto debemos estar conscientes que los niveles de glucosa en la sangre no solamente dependen de los carbohidratos, sino también de las proteínas de la dieta. De ahí que es necesario mantener una proporción equilibrada entre estos dos tipos de nutrientes. La proporción que ha mostrado ser saludable es la ingesta de 40% de carbohidratos, 30% de proteínas y 30% de grasas. Esta distribución de los nutrientes permite el mejor rendimiento aún en los atletas.

 

Las grasas de la dieta estimulan la producción de colecistoquinina que es una hormona con acciones en el sistema digestivo y en el sistema nervioso central. A partir de las grasas de la dieta el cuerpo elabora eicosanoides, que son sustancias que en muy pequeña cantidad ejercen funciones potentes de regulación del endotelio vascular, por lo que tienen que ver con la salud cardiovascular; también intervienen en la salud del sistema nervioso y del sistema inmunológico. El colesterol de la dieta es necesario para la elaboración de vitamina D, cortisol, testosterona y estrógeno. Es decir que nuestra esfera sexual depende de los lípidos.

 

Por todo lo mencionado, los tres grupos de nutrientes: carbohidratos, proteínas y grasas deben estar presentes en nuestra dieta diaria, si queremos mantener una buena salud.

 

Le comparto este conocimiento para que usted llegue a ser verdaderamente sano por siempre.

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